lunes, 21 de abril de 2014

CON UN BOLÍGRAFO COLOR COBRE...9.

CON UN BOLÍGRAFO COLOR COBRE.

Sentimientos fragmentados.

Fragmento 9.

Y reflexionando sobre todo lo anterior, no llego a entender ni el planteamiento, ni la trama, ni siguiera el desenlace. Con tanta sutileza debió ser escrito que necesitaría cortar las hojas para ver lo que quedó en su interior.
Y lo que ayer era claro y evidente, hoy me parece confuso. Lo que ayer viví como una gran experiencia hoy mi memoria lo rechaza y lo que sentí al escribir esas palabras, se convierte hoy en sobresalto y curiosidad ¿qué estaría yo diciendo?

¿Tan difícil resulta hablar de sentimientos? Y yo, inocente, pensé que se trataba de abrir el corazón y dejar salir lo que hay dentro.

Ya nos ha alcanzado la primavera y el cielo está azul pálido, ayer esto era futuro, mañana será pasado, aunque el cambio es constante, la situación sigue siendo la misma, y sus ojos tenían una expresión inquieta.
Sentía hostilidad a su alrededor, pero aún así, quiso iniciar esta amistad,
.
Era tolerante, arrastraba una vacilación natural ante lo extraño y desconocido, pero siempre asumía las consecuencias de una decisión errónea.

Mientras tanto, el lobo seguía a alguien con gesto agresivo, entre los fuertes vientos de la recién llegada primavera. El hechicero cantó en voz alta, sus palabras pertenecían a una lengua extraña, pero el lobo le entendió. La tensión de sus músculos dispuestos ya para el salto y el leve gruñido que salía de su garganta, se convirtieron en suave actitud de sumisión ante el hechicero, que dejó poco a poco de cantar.  El lobo debió interpretar: "No quiero agresiones en este lugar"

El hombre que hablaba a mi lado, había perdido el miedo, sabía que el riesgo era alto, pero no quiso pensar en ello, porque tenía que convivir a diario con él. Le gustaba hacer muchas cosas, para conseguir acertar en algunas. ¿Era ese el camino acertado? No supo contestar, ese camino parecía no tener fin, la vegetación era muy espesa, cada vez más espesa y más alta y lo que en un principio parecía conducirle al infinito, se fue acercando, reduciendo con rapidez, con tanta rapidez que en unos instantes estaba rodeado, encerrado. Ya no veía más allá de sí mismo, ni siquiera percibía el aroma del bosque. Lo único que le hacía sentir que no era un sueño es que sus pies estaban en contacto con la tierra húmeda y empezó a sentir frío, sus ropas seguían mojadas.


... continuará... 

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