Sentimientos fragmentados.
Fragmento 7.
Y te haré un relato detallado, ahora que acaba de llegar la primavera. Los momentos de humor a tu lado me han curado por completo.
Reincido en el pensamiento del modo en que cambia el rumbo de una vida por tener, o no, en un momento dado, la ventana abierta.
A decir verdad, ese hombre que habla junto a mí, me causa un estupor difícil de describir. Quizá sea el temor lo que me impulsa a no comprender lo que dice. Quizá me impresione que ese hombre sea general de división.
La invitación llegó demasiado tarde, por eso no pudo acudir a la fiesta. De todas formas su disciplina es muy severa.
Se oían viejas melodías aprendidas en mi niñez. Cuando llegó la noche, la temperatura era agradable y la luna estaba tan finita que parecía un hilo de plata pegado al cielo.
La vida de aquella mujer, estaba dedicada a obras sociales y por las tardes hacía postres de vainilla para las reuniones de la parroquia. En las calles de su pequeño pueblo se respiraban amores escondidos y las ventanas de sus casas eran testigos silenciosos de caricias y besos de niños.
Podemos hacer desaparecer los problemas y quizá lleguemos a entendernos, porque esa mujer escuchó una voz a lo lejos, se mezclaron libertad y soledad. Un círculo de fuego rompía sus cadenas, la rodeaba y empezó a sentir miedo. Ya no había rejas en su ventana. Ahora podía hablar y cantar y hacer tartas de fresa, incluso dejando de lado sus temores, emprender una vida nueva.
... continuará...
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